EL TRIÁNGULO DE LA JUVENTUD… ¡DEVUÉLVEME MIS PÓMULOS!

Durante el proceso de envejecimiento se va perdiendo el equilibrio, proporción y simetría, que tenemos en niveles óptimos en la juventud, y la piel deja de estar tersa, elástica y luminosa. Los tratamientos estéticos, centran su trabajo en devolver la juventud a las facciones.

Existe un área llamada ‘triángulo de la juventud’, al unir el punto más alto de cada pómulo con el centro del mentón, su forma cambia con el paso de los años y puede ser un práctico indicador de la edad que transmite el aspecto de una persona.

Con 25 años, este triángulo (equilátero en la teoría) apunta hacia abajo. A partir de esa edad, el rostro comienza a envejecer y en consecuencia, pasados los 40 años, el triángulo se ha invertido por completo.

Un rostro ha envejecido cuando el triángulo de la belleza se invierte, porque la base de la cara se ha ensanchado, quedando los dos vértices inferiores del triángulo en el mentón y el vértice superior, en la nariz. Esto se debe a la pérdida de volumen y de colágeno que nuestra piel sufre con el tiempo, lo cual se traduce en un rostro carente de firmeza y con contornos poco definidos.

Las causas principales de que la piel pierda volumen son dos: la disminución y movimiento del tejido graso y la desaparición parcial del tejido óseo (un deterioro conocido como ‘reabsorción ósea’).

Ésta pérdida de volumen se produce desde la juventud, pero sus consecuencias no son tan visibles hasta irnos acercando a los 40 años.

De los 20 a los 30: La piel inicia su deterioro principalmente con la pérdida de agua y el enlentecimiento de la producción del colágeno y la elastina, se aumenta la sensibilidad y alteración de la pigmentación de la piel. A partir de los 25 años disminuye la producción de colágeno y elastina hasta un 70%, pero se hace evidente hacia los 40, aproximadamente, igual la edad depende de cada persona porque entran en juego muchas variables. Estas variables pueden ser intrínsecas, como el sexo, la raza y la genética, pero también extrínsecas, como la radiación solar y el estilo de vida (consumo de alcohol, tabaco, mala alimentación, sedentarismo). Aunque se cree que los genes determinan casi por completo el envejecimiento, en realidad, el estilo de vida y la exposición solar puede condicionarlo hasta en un 80%. Por eso, es tan importante seguir un estilo de vida saludable, cuidarse desde el interior y utilizar protección solar a diario. El cuidado para esta década es primordialmente la prevención.

Una buena rutina diaria: limpieza, el uso de antioxidantes e hidratantes y protección solar adecuada. Los tratamientos más adecuados para esta etapa son los que estimulan la renovación cutánea, estimulando nuestro metabolismo.

De los 30 a los 40: El adelgazamiento de la dermis se acentúa al igual que la pérdida de agua, aumenta la fragmentación y disminuye la producción de colágeno por parte de las células llamadas fibroblastos. La epidermis sufre un engrosamiento de la capa córnea (capa de células muertas acumuladas en la superficie) que aporta un aspecto opaco, deshidratado y envejecido. En esta etapa se observan líneas o arrugas generadas por la gravedad y movilización continua de los músculos de la expresión como la frente, el entrecejo y en la porción externa de los párpados (patas de gallo) y el surco nasogeniano. Comienzan a adelgazar y movilizarse los cojinetes grasos, vemos una disminución en el volumen de los pómulos y mayor flaccidez en la piel de las mejillas. En la rutina diaria incorporamos serums con alta concentración de ácido hialurónico, antioxidantes y en la noche el uso de exfoliantes químicos. La protección UV es fundamental no solo en la exposición al sol sino también a pantallas como la computadora, celular o TV. Se contempla el uso de terapias de relajación muscular transitorias y tecnologías que estimulen al fibroblasto para mejorar la producción de colágeno y elastina. Se recomienda incorporar suplementos vía oral, nutricosméticos que ayuden desde el interior.

De los 40 a los 50: Se acentúa la pérdida de agua, aparecen surcos marcados por la disminución de volumen de tejidos blandos y cojinetes grasos, mayor grado de flacidez hay un aumento de las alteraciones de la pigmentación por alteración de la producción de melanina por parte de los melanocitos. La flaccidez es notoria en el tercio inferior del rostro consecuencia de la reabsorción ósea, hay una caída hacia los “carrillos” del tejido graso que forman cúmulos grasos sumados a la flacidez cutánea, estos delimitan el triángulo invertido de la juventud. Los surcos y líneas de expresión están marcados incluso en reposo (si no fueron tratados previamente) La menopausia hace que la pérdida hormonal acelere el proceso de envejecimiento, hay una sensación de sequedad en la piel. Se marca la flaccidez también en la piel de los párpados, tanto superiores como inferiores. Hay una pérdida general de volumen, pómulos, labios, mentón. Los tratamientos estéticos, en esta etapa son determinantes para la corrección y reposición de sustancias que controlan el envejecimiento.

De los 50 a los 60: Se acelera el proceso de envejecimiento por el cambio hormonal propio de la menopausia. Se produce un mayor adelgazamiento de la piel. Se reducen aún más el volumen de los cojinetes grasos, disminuye la masa ósea, aumento marcado de la flacidez e inversión evidente del triángulo facial. Lo que a los 20 se observa con la base hacia arriba, vértice hacia abajo, ahora por la flacidez se torna base hacia abajo, vértice hacia arriba. Adicionalmente, se observa la aparición de lesiones queratosis y lesiones vasculares visibles. En esta etapa todos los tratamientos estéticos pueden ser de gran ayuda, enfocados en corregir, reposicionar, tensar.

> a 60: Los cambios ya son aún más drásticos. La laxitud de la piel, la pérdida de contorno mandibular, la resequedad y las alteraciones de la pigmentación acompañadas de lesiones queratosis, son cada vez más marcadas. En esta etapa normalmente se van valorando opciones quirúrgicas como la blefaroplastia y el lifting facial, y tomando nuestro trabajo con la estética no invasiva como apoyo.

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